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Reflexiones

El árbol de las preocupaciones

Plantemos nuestro árbol de las preocupaciones y recordemos abrazarlo cada día.

“Un rico comerciante contrató a un carpintero para restaurar una antigua casa colonial. Como el comerciante era de esas personas a las que les gusta tener todo bajo control y le preocupaba que el trabajo no quedase bien, decidió pasar un día en la casa para ver cómo se iban desenvolviendo las obras.

Al final de la jornada laboral, se dio cuenta de que el carpintero había trabajado mucho, a pesar de que había sufrido varios contratiempos. Para completar el día de mala suerte del carpintero, el coche se le estropeó, así que el empresario se ofreció a llevarle a casa.

El carpintero no habló durante todo el trayecto, visiblemente enojado y preocupado por todos los percances que había tenido a lo largo del día. Sin embargo, al llegar a casa invitó al comerciante a conocer a su familia y a cenar, pero antes de abrir la puerta se detuvo delante de un pequeño árbol y acarició sus ramas y lo abrazó durante unos pocos minutos.

Cuando abrió la puerta y entró en su casa, la transformación era radical: parecía un hombre feliz. La cena transcurrió entre risas y una animada conversación. Al terminar la velada, el carpintero acompañó al comerciante al coche. Cuando pasaron por delante del árbol, este le preguntó.

– ¿Qué tiene de especial ese árbol? Antes de entrar estabas muy enfadado y preocupado, pero después de tocarlo eras otro hombre.

– Ese es el árbol de los problemas, también conocido como el árbol de las preocupaciones -le respondió el carpintero-. Soy consciente de que no puedo evitar los contratiempos en el trabajo, pero no tengo por qué llevarme las preocupaciones a casa. Cuando toco sus ramas, dejo ahí las preocupaciones y las recojo a la mañana siguiente, cuando regreso al trabajo. Lo interesante es que cada mañana encuentro menos motivos para preocuparme que los que dejé el día anterior.

Esa noche, el rico comerciante aprendió una de las lecciones más valiosas de su vida.”

Aprender a soltar las preocupaciones diarias puede parecer una tarea muy difícil, pero con práctica puede conseguirse y convertirse en un hábito que nos permitirá disfrutar mejor de nuestra vida.

Las preocupaciones son como correr en una cinta, cansan, pero no nos llevan a ninguna parte. Cargar con las preocupaciones durante todo el día genera estrés el presente.  

Pero lo bueno es que podemos practicar y fomentar habilidades que nos permitan «soltar lastre» diariamente y crear así, nuestro propio «árbol de las preocupaciones»: hacer deporte, escuchar o tocar música, practicar relajación, pranayamas, meditación, ejercicios mentales, e incluso si tenemos algún objeto

Plantemos nuestro árbol de las preocupaciones y recordemos abrazarlo cada día.